domingo, 1 de julio de 2012

EL JUEGO DE LA PARADA NUPCIAL
Cuando la Primavera se ha consolidado definitivamente, a mediados de marzo o, a lo más tardar, a primeros de Abril, al bullicio de los continuos vuelos de exhibición se añade el comienzo del celo. Ya dijimos anteriormente como los primillas se muestran extremadamente ruidosos nada más llegar de África, tratando de así asegurarse los mejores lugares de nidificación, así como la selección y/o conservación de la pareja adecuada. 
Sin embargo, a partir de las fechas indicadas, consolidadas las parejas y consolidado el lugar para nidificar, las parejas comienzan las manifestaciones del celo propiamente dicho.
Durante esta etapa tienen lugar las llamadas "cebas de cortejo", interpretadas generalmente como un aporte adicional de alimento por parte del macho a la hembra, destinado a favorecer la formación de los huevos. 
Estos aportes suelen ser presas de gran tamaño, destacando especialmente las escolopendras, las lagartijas, pequeños roedores y grandes insectos, entre ellos los grandes saltamontes o los alacranes cebolleros (Gryllotalpa gryllotalpa)
Cuando el macho llega con una presa hace un ostensible juego de exhibición, pues antes de llegar al posadero se pasa continuamente la presa de las garras al pico y viceversa. La hembra, que lo ve llegar, suele comenzar a chillar adoptando poses infantiles, erizando las plumas del dorso, desplegando y agitando infantilmente las alas. Cuando el macho llega ambos emiten diversos sonidos, un chillido lastimero (algo así como un huiiii, huiii, huiii) y el macho un sonido siseante (algo así como un suijjj, suijjj, suijjj) Con frecuencia el macho adopta posturas de exhibición, elevando y desplegando la cola, y agachando la cabeza. A continuación vendrá la ceba en que la hembra toma la presa rápidamente y la devora, o emprende el vuelo devorándola en el aire.
En ocasiones, antes de la ceba la hembra emprende el vuelo detrás del macho, en ocasiones durante largo tiempo, volando ambos en paralelo al tiempo en que emiten los sonidos anteriormente señalados. Y, entonces, o bien ambos descienden a sus posaderos junto al nido para entregar la presa, o bien se produce la ceba en el aire, lo que se convierte en un espectáculo de gran belleza.
Una vez producida la ceba, puede ocurrir que el macho parta hacia los cazaderos a fin de procurar otra presa, o puede que ambos miembros de la pareja permanezcan cerca del nido, uno junto al otro, emitiendo los sonidos antedichos. Es frecuente que, entonces, la hembra comience a chillar poniéndose de cara o de espaldas al macho, acercándose a él, elevando la cola y bajando la cabeza, solicitando la cópula. En esos momentos el macho hará un movimiento parecido, emitirá el sonido siseante antedicho y se colocará detrás de la hembra, produciéndose entonces la cópula, que puede durar más de diez segundos, en que el macho monta a la hembra emitiendo ambos los sonidos característicos antes indicados, de manera que la cópula se convierte en un espectáculo por la mezcla característica de sonidos y porque, especialmente el macho, muestra sus partes inferiores y concrétamente el blanco de debajo de las alas, que agita espasmódicamente para mantener el equilibrio.
Ya avanzado Abril, la hembra cada vez pasa más horas echada en el nido, siendo solícitamente atendida por el macho que la ceba y acompaña cuando ella sale del nido, produciéndose entonces las últimas cópulas. Será entonces cuando la hembra comience a poner los huevos... Tal ocurre a partir de mediados de Abril, si bien las parejas más tardías retrasan el comienzo de la puesta hasta primeros de Mayo.
Lo que sucede a partir de entonces lo dejamos ya para otro día.
La pareja permanece mucho tiempo junto al nido, ambos miembros juntos, entre chillidos de celo y cópulas.




La hembra adopta actitudes infantiles cuando divisa a su consorte que viene con una presa.
     Ceba con un roedor.

Hembra en vuelo, con una escolopendra. Con frecuencia, tras la ceba, la hembra emprende el vuelo con su presente y lo devora en vuelo.

     Cuando el macho acude a cebar suele a su consorte sobrevolar ostensiblemente la colonia, traspasando en vuelo la presa de las patas al pico y vice-vesa.

     Ceba de cortejo: lagartija.
      Invertebrado.

     Ceba de cortejo: invertebrado.

    Hembra emprende el vuelo tras ceba.  

    Macho acude a cebar a su hembra con escolopendra.
En esta imagen y en la anterior: macho junto al nido con lagartija. La hembra no se halla presente, pero el macho la esperará o guardará la presa en el nido.

     Alacrán cebollero (Gryllotalpa gryllotalpa)

     Ceba con grillo: el macho la llama junto al nido.

      Cuando el macho llega al nido con una presa, en este caso un grillo, despliega su cola en una clara postura de exhibición.
     Ceba de cortejo: instante en que el macho entrega su presa.



Ceba de cortejo: gryllotalpa.



El macho llega con una presa, y llama a su pareja con un típico sonido de excitación, tipo siseante, al tiempo que sube la cola y baja la cabeza en típica postura de exhibición.


      Instantes previos a la ceba de cortejo: el macho acude con un alacrán cebollero (Gryllotalpa gryllotalpa), y la hembra lo recibe con poses, chillidos y actitudes infantiles.


      Tras la ceba, la pareja permanece unida.

       Imágenes siguientes: cópulas. El macho mantiene el equilibrio batiendo las alas, y exhibiendo sus claras partes inferiores. La mezcla de sonidos que ambos emiten (el macho un sonido ronco y siseante, la hembra un sonido lastimero) es característica y audible a gran distancia.









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