lunes, 9 de abril de 2012

YA ESTÁN AQUÍ
Cuando el ronco y estridente reclamo de los cernícalos primillas comienza a oírse en los edificios de los pueblos y ciudades del Sur y Oeste de la Península Ibérica es señal inequívoca de que el Invierno ya va muy avanzado y la Primavera no tarda en llegar, de que los días son ya sensiblemente más largos y de que el buen tiempo está al caer, a menudo anticipando ya las temperaturas más propias de los meses venideros y que con frecuencia nos hacen creer que el nuevo tiempo ya está aquí, aunque casi siempre esas ilusiones abruptamente sean rotas por una nueva oleada de frío que nos recuerda que el Invierno todavía no ha terminado...
De lo que no cabe duda es de que cuando los primillas irrumpen con su color pardo rojizo, con su color tejado, en nuestros cielos, el frío ha comenzado o va a comenzar en breve su lenta retirada y que, por contra, si estos pequeños halcones retrasan su llegada, es que el Invierno va a ser largo, y la Primavera va a resistirse todavía en hacer su aparición...
De cualquier manera, las fechas más habituales de llegada de estas aves suelen oscilar entre la segunda quincena de Febrero y los primeros días de Abril. Ello no quiere decir que, dejando aparte el caso de los individuos que han pasado el Invierno entero entre nosotros sin emprender viaje migratorio, que los hay, especialmente machos y en Andalucía, pero también en Extremadura, no puedan registrarse llegadas más tempranas. Yo tengo registros de mediados de Enero y muchos de la primera quincena de Febrero, pero suele ser en la segunda quincena de este mes y primera de Marzo cuando la presencia de estos halconcillos se hace notar, al menos así ocurre en años normales, porque en años muy fríos la llegada del grueso de los individuos puede retrasarse hasta finales de Marzo.
En todo caso, lo que sí parece claro es que llegan antes los machos que las hembras. Los machos que primero llegan suelen ser los ya plenamente adultos, es decir, los que hayan superado ya el segundo año de vida, lo que los ornitólogos suelen designar como tercer año calendario. Y es que cuanto antes llegue un macho mayores probabilidades tendrá de volver a su antiguo hueco en la pared o bajo una teja donde nidificara el año anterior, o de escoger una oquedad más adecuada que le permita una más segura nidificación, podrá escoger antes a una hembra, si la suya no apareciera de nuevo para acompañarlo y, así, iniciar antes la reproducción.
A poco de la llegada, las parejas que hayan sobrevivido al Invierno se aposentarán de sus anteriores lugares de nidificación y, las que no, comenzarán la tarea de escoger una oquedad apropiada y segura, y una pareja...
Este proceso de elección y consolidación de nido y pareja sumerge a los primillas en un frenesí de vuelos de exhibición, vocalizaciones, disputas, que convierten a los edificios, hasta hace poco tranquilos y silenciosos, en fuente ruidosa de bullicio tanto más acentuado cuanto más entramos en Marzo y el buen tiempo y la longitud de los días hace presagiar el ya próximo cambio de estación.
Pero esta fase previa, donde si la pareja está bien consolidada puede llevarnos a contemplar (y escuchar) las primeras cópulas, no quiere decir que los primillas estén ya en celo. Eso vendrá después, con las parejas bien consolidadas, cuando comiencen las cebas de cortejo y los característicos vuelos en que el macho se pasa la presa que trae para su hembra, ostensiblemente, del pico a las patas y de las patas al pico. Lo que hay en esa primera etapa, que podríamos llamar quizás "precelo", obedece a varias finalidades:
-Formación de la pareja: el macho deberá mostrar su fuerza, su vigor, su vivo colorido, señal de un individuo sano, para atraer una hembra, de ahí que los machos sean auténticos semáforos vivientes que deban hacerse ver y oír casi continuamente.
-Consolidación de la pareja: no olvidemos que al ser ave colonial la interacción entre los individuos es continua, lo que obliga a estas aves a redoblar sus esfuerzos de exhibición para evitar que intrusos puedan robarle el nido o la pareja.
-Defender el nido y alrededores frente a otros individuos de su especie.
Y ello obliga a un despliegue continuo de exhibición y gasto de energía que sólo será rentable en términos energéticos si tenemos en cuenta las ventajas de vivir agrupados en colonias: mayor facilidad para descubrir fuentes donde el alimento es "explosiva y localmente" abundante que si se vive solo. En efecto, el colorido del cernícalo primilla, más vivo que su cercano pariente, predominantemente no colonial, el cernícalo vulgar, hace que un individuo o varios cazando en una zona rica en alimento sea visible por los demás, que acudirán sin demora en busca de sus presas, frecuentemente menudas pero muy abundantes.
Los machos que antes lleguen tendrán, logicamente, más probabilidades de sacar con éxito su nidada. Pero a menudo podemos ver algunas parejas, normalmente de individuos en segundo año calendario, todavía jóvenes y en plumaje de transición, formándose a primeros o a mediados de Abril, las cuales comenzarán su ciclo reproductor con notable retraso, y que no siempre podrán escoger los mejores lugares para nidificar...
Este macho exhibe sus colores en vuelo para atraer alguna hembra o para defender el hueco elegido para nidificar. Estos vuelos, en los que los individuos demuestran su maestría y dominio del medio aéreo, jugando con el viento como verdaderas cometas vivientes, suelen ser a gran velocidad y acompañados de griterío, cernidos, picados, y suelen desembocar en las proximidades de la zona o del hueco donde pretende reproducirse.

Los colores llamativos, a modo de semáforo, son visibles a gran distancia.

También las hembras se exhiben y chillan en la colonia, desplegando su plumaje  no tan llamativo como el de los machos.



Con buena luz el plumaje todavía no deteriorado de este macho se exhibe y despliega ante otros individuos de su misma especie.

Hembra en vuelo de exhibición

Macho se dispone a lanzarse en picado

Picado con las alas semiplegadas

Quiebro

Alas desplegadas.

Cernido de macho en plumaje de transición.

Preparándose para maniobrar

Cogiendo velocidad.

Cayendo.

Frenando unos instantes

Raudo como el viento.

Macho en plumaje de transición cicleando

Cernido de macho en plumaje de transición, pero no está cazando, exhibe su pericia en el cernido en la colonia.

Hembra ciclea.

Hembra se dispone a expulsar enemiga.

Llegada triunfal: hembra.

Macho en plumaje de transición: planeo.

Llegada al nido.

Cernido de hembra.

Cola desplegada.

Macho en plumaje de transición: se deja caer al nido después de un vuelo de exhibición.

Las hembras también protagonizan vuelos de exhibición, aunque no tan llamativos.

Hembra recoge sus alas para dejarse caer en picado.

Quiebro aéreo: el sol ilumina el ala por debajo. Todo un semáforo viviente.

Cernido de macho en la colonia.

Macho en plumaje de transición en vuelo típico de exhibición: arquea las alas hacia arriba y vuela dejándose caer a gran velocidad

Macho se deja caer en rápido picado.

Macho en plumaje de transición vuela a gran velocidad batiendo las alas encorvadas hacia abajo.

También consisten estos vuelos en desplazarse a gran velocidad, chillando, alas encorvadas hacia abajo que bate nerviosamente y cambiando constantemente de dirección.

Pelea de hembras: como se atizan.

Se dan caña con verdadero encono.

Persecución aérea

Esta pelea no es de dos hembras. Se da la feliz coincidencia de ser dos machos en plumaje de transición. Los choques de garras en el aire son frecuentes entre los machos.

Reyerta: deben estar muy cabreados.
Esto es con enseñamiento.

Dos hembras se dan caña.

Finalmente una de ellas trata de huir.

Hembra en vuelo de exhibición. Obsérvese como se deja caer con las alas encovadas hacia arriba.

Típico vuelo de exhibición: el macho vuela a gran velocidad, muy excitado, chillando con su ronco reclamo unas veces, otras con sonidos más siseantes, pero en todo caso con las alas muy encorvadas hacia arriba dejándose así caer con las garras extendidas (frecuentemente acaba posándose cerca del nido)

Mientras así vuela cambia constantemente de dirección balanceándose.

Garras extendidas

Alas encorbadas hacia arriba y extendidas hacia delante, garras extendidas, cola desplegada, se deja caer. Todo a gran velocidad y demostrando gran excitación.

Parecen querer llamar la atención a toda costa, que se les vea, lo fuertes que son, lo sanos y en forma que se encuentran, lo llamativo de sus colores.

Obsérvese como balancea el cuerpo hacia uno u otro lado.

Es un vuelo espectacular.

Todo suele acabar con la llegada a la zona de nidificación.

Otra modalidad de vuelo de exhibición: con las alas encorvadas hacia abajo, batiendo nerviosamente las alas y cambiando bruscamente de dirección, dejando oír el ronco reclamo.

Algo parecido hace este macho en plumaje de transición.


Otro vuelo de exhibición: esta vez con las alas encorvadas hacia arriba.

Hembra se cierne desplegando toda la belleza de su plumaje.


Hembra se cierne.


Otra pelea entre dos machos en plumaje de transición